Hay muchas razones por las que alguien decide vender su empresa o una participación en ella. Una herencia, una desavenencia o una oferta irrechazable. También un fin de ciclo puede marcarnos el paso.
Sea cual sea el caso hay que plantearse cómo, dónde y, a veces, por qué.
Lo primero que, tanto compradores como vendedores se cuestionan es cuánto vale esa organización o, mejor dicho, la suma de los trozos que, más o menos ordenadamente la componen. Puede parecer difícil, y lo será, si buscamos precisión matemática y cifras inapelables, pero existen metodologías, más o menos generalmente aceptadas, que permiten esbozar horquillas razonables y aceptables en un eventual acuerdo para las partes intervinientes. Del equilibrio entre el valor contable, flujo de caja y fondo de comercio quizá obtengamos un acuerdo de principios.
Bien! ya es el momento de redactar un acuerdo de intenciones o Loi. Tras ello se abrirá un periodo de análisis de la diligencia debida (due dilligence) que todo negocio medianamente ordenado podría superar. Esto puede sonar anglófilo o complicado, pero se trata, simplemente, de constatar que no traspasamos unas cargas, o un marronazo, para entendernos, a nuestro comprador. Desde luego, si no tenemos la casa saneada, esta valdrá menos.

Bien, interesante, pero ¿Quién me ayuda en el proceso? y ¿Cuánto me puede costar? nos preguntaremos.
Lo cierto es que pueden intervenir varias personas o entidades, pero las labores están definidas. Valorar la empresa en un informe inicial, trabajar en el análisis de la situación jurídica y fiscal o due dilligence, buscar un comprador (si no lo tenemos ya) negociar con él y, finalmente, instrumentarlo jurídica y fiscalmente. Ya ya…¿y en dinero? seguimos cuestionándonos. Pues dependerá de lo que encarguemos; no es lo mismo valorar y analizar, que negociar con el comprador o encontrar contrapartida. En todo caso, existe una facturación por horas y, si hay negociación, un porcentaje a éxito, que será mayor si, además, nos han conseguido encontrar un comprador.
Este proceso lo realizan magníficamente los grandes despachos con grandes profesionales y, ocasionalmente, grandes minutas.
Y ¿Qué pasa con las pymes? y micro pymes o pequeños negocios, pues que también necesitan de estos servicios y más aún en ciertos sectores en los que ganar tamaño o jubilarse no es una opción, sino una necesidad.
Por eso, la asistencia en valoración de empresas resulta fundamental en los despachos profesionales si queremos ayudar a nuestros clientes, aunque sea por última vez, y, por qué no, con un beneficioso último acuerdo.
Si tienes interés, quieres contarnos algo o quieres saber más escríbenos a valora.empresa@ibaisolutions.es
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